Por Gabriel VarelaLa participación de nuestra selección en el reciente, y aún no concluido, mundial nos remite a montar un análisis de carácter positivo con respecto a las últimas actuaciones de la misma en distintas copas y torneos.
Acostumbrados a ver una selección repleta de estrellas que brillan en los más relevantes clubes de Europa y el resto del mundo, no podemos esperar otra cosa que deleitar buen fútbol; el que gusta y divierte.
Repasando la historia que la corona dos veces como campeón, y los despliegues futbolísticos que la celeste y blanca supo hacer en la mayoría de los máximos torneos, es casi imposible descartarla dentro de los candidatos al título.
Tomemos como partida para el análisis el título obtenido en los juegos olímpicos de Beijing 2008 (medalla de oro). Luego encaramos las eliminatorias para Sudáfrica 2010, en la cual se demostró mucha categoría y talento a nivel individual, pero nada de fútbol colectivo. Argentina contaba (y cuenta) con grandes figuras internacionales como Messi, Mascherano, Agüero, entre otros; todos ellos repartidos por el globo en los mejores clubes, y practicando el estilo de fútbol de la localía.
¿Cuál era la razón de ese despliegue desordenado y que sólo conducía a fracasos? Sencillo, los jugadores sólo se veían las caras en los partidos del seleccionado; reunidos de clubes distintos, y con estilos distintos de juegos (recordemos que cada continente y país configura una forma de juego), no lograban coordinarse; hallar una forma de juego colectivo. No había lugares para asociaciones entre los medios y los delanteros, no se encontraba el esquema táctico, etc.
Cuántas veces se lo ha criticado a Messi por no entender como podía ser la máxima potencia del Barza, y a la vez hacer agua en la selección nacional…
Tras la sudorosa clasificación al mundial, el pensamiento compartido era el de ver una selección volviéndose luego de concluida la primera fase.
Increíblemente, Maradona supo aprovechar los meses previos al torneo para brindar a los jugadores, además de un duro entrenamiento, la confianza y la cercanía que necesitaban para un accionar colectivo. En numerosas ocasiones se pudo espiar las relajadas prácticas que se llevaban a cabo en Ezeiza, también en Pretoria; todas con el objetivo de asentar alianzas y ganar un espíritu de grupo
Al mismo tiempo se colocaban carteles en las habitaciones del hotel para estimular a los distintos integrantes del plantel, y se les daba tiempo libre a los jugadores para que puedan relacionarse fuera del círculo deportivo. Todas son estrategias que buscan una solidificación del conjunto humano.
Al fin de cuentas, el esfuerzo del actual técnico del seleccionado realmente no ha sido en vano. Estableciendo un paralelo entre la clasificación a la copa, y el desempeño dentro de la misma, el grupo mejoró su nivel de juego en un 80%.
Claro está, que siempre hay cuestiones por resolver, pero haberse metido dentro de los ocho mejores del mundo tampoco es poca cosa.
Y si el compromiso y la dedicación no hubiesen sido acordes a lo que sugiere dicha competencia internacional, la máxima en su categoría; el conjunto nacional no tendría por qué haber recibido tal ovación el pasado domingo en el Aeropuerto de Ezeiza.
El pueblo siempre es el mejor termómetro.
El regreso de la selección al país (gentileza de C5N)